un estudio de esos que pululan por ahí señala que los españoles volvemos a ser pesimistas. Y, la verdad, es que no es para menos. La situación política, sumada a la económica e incluso a la social no están, desde luego, como para que andemos por las calles pregonando lo felices que somos. Desde 2015 no había una mayoría de ciudadanos que consideraran que el año que está a punto de empezar vaya a ser peor que el que concluye y eso, en el caso de España es todavía más grave, ya que 2019 no se puede decir que haya sido un buen año para este país. A este paso, las autoridades, además de añadir cloro y fluor en el agua de la traída van a tener que meter alguna que otra dosis de prozac, a ver si así se nos levanta el ánimo.