SI NO ES EL AGUA ES EL FUEGO

Ferrol Vello vive, por lo que se ve, pendiente de dos elementos básicos: el agua y el fuego. Y es que, si no son las intensas lluvias las que socavan los muros desnudos de buen número de inmuebles –ahí está el reciente caso da la vivienda natal de Carvalho Calero o el obligado cierre de la calle Carmen Curuxeiras–, es el fuego el que hace acto de presencia para derruir, lenta pero inexorablemente, el barrio primigenio de esta ciudad. Algo más que un plan de rehabilitación necesitará la zona como no afloren inversores interesados en recuperar su característica fisonomía, únicamente rota por edificios de nuevo cuño al abrigo de la explosión inmobiliaria de los años precedentes. A este paso, habrá que acabar por poner un vigilante solo para que avise de los riesgos y evitar una mayor degradación, dado que la situación no parece tener fin.

SI NO ES EL AGUA ES EL FUEGO

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