Cuentos para adultos

Versionamos hoy, queridos lectores, el famoso cuento de la lechera, a la que, por hacer mal las cosas, se le derramó el cántaro, se perdió la leche y no pudo comprarse otra vaca ni un piso.

En esta ocasión pongamos que los de la leche (por lo que nos ordeñan) son dos –Mariano y Alberto– que en su inconsciencia (cuando alguno de ellos diga eso de “somos conscientes del mal momento” digan que no con la manita) dijeron: subimos el IVA, el IRPF a los currantes, la gasolina a “tododios”, los impuestos a los que menos tienen. Además, bajamos los salarios y lo que ordeñen los patronos nos lo devuelven en queso y en mantequilla, si echamos a tropecientos mil empleados nos quedamos –en vez de con su sudor– con otro montón y así, con toda esta pasta (o sea, leche) hacemos un queso para nuestra familia y nos compramos más vacas para ordeñar más y luego otra vez más y después cien… y nuestros hijos tendrán siete mil y, y…

Al subir el IVA queda menos dinero para gastar y lo mismo pasa con el ordeño de las carteras por la vía del IRPF y no te digo nada cuando llegamos a los desempleados, a los funcionarios públicos con el sueldo congelado y las pagas en el aire o con los sueldos ni siquiera milieuristas ¡qué más quisiéramos! sino tercermundistas, que el personal –con la ubre seca– ya no tiene nada que ordeñar. Ni come ni va al cine ni compra en Carrefour.

Tanta leche derramada que Alberto y Mariano han tenido que pedir un rescate y comerse el requesón aunque a nosotros ya nos dejaron cuajados.

Ya sabéis cuál es la moraleja del cuento de la lechera y lo que dicen los niños cuando se lo cuentan (esta tía es tonta. No sabe lo que hace. Si no sabe para qué se mete, etcétera, etcétera) y podéis imaginaros lo que pensamos los mayores de esta versión y el nombre que le ponemos a los protagonistas.

Y otro día os cuento lo de Marianito, el dragón y la gaviota, con San Jorge como artista invitado. Pero eso será cuando me reponga del vídeo que protagonizan los peperos sobre su amor a Cataluña y el pan con tomate.

El problema es que Cataluña no les quiere y no les vota. Aquí, no nos hace ni caso y le votamos… mucho.

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