Dicen los expertos en física que de un agujero negro no se sale… pero ellos no vieron cómo estaba el Parrote hace seis años. Allí solo había burato, piedras y arañas tejiendo sus telas como si no hubiera un mañana. Pero todo proceso llega a su fin y ahora los caminantes pueden campar a sus anchas donde antes solo había excavadoras.
La verdad, después de tanto tiempo, había mucha expectación entre los coruñeses por saber qué iban a ver después de que se levantase el telón y pudieran entrar en la zona.
Así que, aprovechando el fin de semana y armados con un helado de la Colón o la Italiana, que es lo que da caché de coruñés, se dieron un garbeo por el Parrote para comprobar, con el espíritu empírico de Santo Tomás, en qué se han invertido los 35 millones de euros que costó la obra.
Las opiniones, como siempre, para todos los gustos, aunque la pregunta más repetida este fin de semana en A Coruña era: “¿Y tanto tiempo para esto, para hacer una explanada?”.
Cierto es que la zona no permite plantar árboles con alegría, debido a que las raíces originarían problemas en el parking, y que aún faltan algunas plantas, que vendrán en macetas, pero lo cierto es que la nueva zona resulta decepcionante. En resumen, demasiada piedra y poco verde.
Ni un parque infantil, ni zonas de esparcimiento para perros, ni carril bici, que aparece y desaparece como el Guadiana, marcando el límite entre la obra nueva y la vieja.
Eso sí, la Virgen del Carmen, dicen, volverá a su sitio original, lo que vendrá muy bien para llenar ese inmenso espacio con algo más que con esas farolas-perchero oxidadas —una gran idea, así no se notará cuando se estropeen— y los bancos-acordeón de madera, que generan a la gran mayoría serias dudas sobre cómo sentarse.
La sensación de cementerio, no por falta de vida sino por la cantidad de cemento que se ve, seguramente se solucione con los detalles que todavía faltan por incluir, aunque la impresión es de mucho esfuerzo para una obra que, al menos en la superficie, no parece gran cosa.
Todavía falta que se concluya la parte que le corresponde a La Marina.
El Ayuntamiento tiene la oportunidad de resarcirse en esta zona, en donde algunos echan ya de menos los olmos que flanqueaban la vía.
Mientras tanto, la mayoría solo alcanza a ver demasiado mazacote en el Parrote.