La claves del futuro triunfo electoral están en el vehículo


NI que fuese Fernando Alonso, anda que no se lleva hablado en los últimos días sobre el coche del exjuez y virtuoso de la gaita y la zanfoña Luís Villares. Y él. erre que erre –¿erre de Renault?, ¿erre de Rolls Royce?–, que quiere un automóvil, con chófer, ¡eh!, que tampoco es cosa de desgastarse al volante, porque todo su motivo para emperrarse en el vehículo es que sin él no puede hacer crecer a En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué. Pues si el crecimiento depende del medio de locomoción, lo que debería hacer es pedir un autobús; lo suyo sería un Castromil, que es cien por cien enxebre, pero a lo mejor con un autobús de dos pisos, seguro que en alguna ferranchina de Londres se encuentran baratos, el desarrollo es más rápido. Y después, cuando se haya alcanzado la plenitud, hasta se puede presentar al bus como candidato a la Xunta. ¿No nombró Calígula senador a su caballo? Pues eso, y además ningún parlamentario protestaría por el ruido del motor; al revés, todos se pondrían nostálgicos recordando los habituales hipogritos huracanados del ya octogenario Beiras.

La claves del futuro triunfo electoral están en el vehículo

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