n la historia de nuestro pueblo queda la imagen de las luchas intestinas que libraron absolutistas y liberales por el poder, flaco favor eque hicieron a la nación y a sus ciudadanos. Hoy todavía parece pervivir aquella reminiscencia que con puntualidad anglosajona salta a los diarios. Han sido muchas las críticas que recibió el líder de Podemos y también tuvo que pagar en propia carne los desencuentros con los votantes y esto le pasó factura; no será la última.
El señor Iglesias quiso dar lecciones de humanidad y confundió los términos sociales al bañarlos con tintes políticos. Nada es más erróneo que la provocación hacia la sociedad, sobre todo a quien hizo posible que la sanidad de nuestro país se encuentre ahora por delante de las naciones de nuestro entorno; inclusive numerosos hospitales de Estados Unidos no cuentan con estos adelantos instrumentales, que son necesarios para atacar la enfermedad que sufren numerosos compatriotas. Ni el señor Iglesias ni su familia están exentos de que tengan algún día que recurrir a los instrumentos que ahora ataca furibundamente. No se lo deseo, pero nadie está exento de que padecer esta enfermedad, que acaba con la vida de muchos pacientes.
Si algo hay de vital importancia en el primer mundo es la solidaridad entre el poderoso y el débil. Todos los estados libres en el mundo y con una clase social importante, dedican a sanidad, educación y cultura, entre otros objetivos prioritarios, ingentes cantidades económicas para el bien común y solucionar en la medida que se pueda las dificultades que el pueblo puede tener. El Estado también hace lo necesario, pero eso no quita que un acaudalado empresario pueda en un momento dado brindar su ayuda para mejorar la situación social, económica y sanitaria. Eso dice mucho de quien hace la donación y queda en mal lugar quien la critica sin base ni fundamento.
Encontramos a lo largo de nuestra historia grandes benefactores, patricios que, aparte de abonar sus impuestos, se comprometen a donar sumas importantes para el desarrollo de la vida del ciudadano, sin preguntar a qué partido político pertenece. Querer complicar la existencia con exaltaciones populistas como esta es ir directos al precipicio, como está yendo Podemos. Los resultados electorales les han castigado, pero todavía, sí persiste en este tipo de exabruptos, pueden ser peor. La ciudad coruñesa ha sido cuna de grandes emprendedores y también de donaciones, de las que estamos orgullosos, como lo fueron: Eusebio da Guarda, donando a la ciudad el instituto que lleva su nombre, las escuelas da Guarda, el mercado de la plaza de Lugo y la reconstrucción de la capilla de San Andrés. Tampoco olvidamos a los hermanos Ángela y Ricardo Labaca, cuyo legado es el colegio Labaca, el hospital Oncológico y la Iglesia que se halla enfrente a dicho hospital y ahora Amancio Ortega, que recoge el testigo de donar lo que los españoles necesitan. Los bienhechores siempre tienen un recuerdo en nuestro corazón, por sus buenas obras. Los que las critican se quedan en el olvido. La fuerza de la razón está por encima de la razón de la fuerza.