Volver a la tierriña

No tengo el gusto de conocer personalmente a Carolina Bescansa, aunque sí a algún que otro miembro de su extensa y conocida familia compostelana, que ilumina con su nombre las callejuelas históricas santiaguesas. La primera noticia que tuve de su persona fue una hagiografía que de ella realizó un escribano de la Corte, que decía de su figura que “como tantos gallegos, se vio obligada a dejar su tierra en busca de trabajo y lanzarse a la emigración”, vamos como en los tiempos de posguerra. Ahora resulta, que sopesa volver a la tierriña para hacer fortuna política al comando del circo de los muchachos gallegos de Podemos. Tiene razón el camarada Iglesias al dudar sobre la capacidad de la socióloga para conocer la realidad autonómica tras veinte años de migrante, como se dice ahora, en la capital del Imperio. A la espera del regreso de Rajoy para sustituir a Feijóo, tras el exitoso retorno de Fraga, Bescansa ya sueña con gaitas, alalás, aroma de eucalipto, marisquito y graciosos galleguiños.

Volver a la tierriña

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