ARTUR MAS, COMO RAJOY: “SOLO PASABA POR ALLÍ”

Cada día que pasa el parecido es mayor entre Convergencia y PP. La burguesía catalana y la derecha del Partido Popular, cada cual tirando de un extremo de la cuerda, como si de Escocia se tratase pero con la pasta de catalanes y españoles; en eso sí son expertos. El parecido entre ambos se traslada a la sala de los espejos si hablamos de corrupción. Unos son responsables del 3% –recuerden aquella famosa indiscreción de Pasqual Maragall– y al Palau le saquearon hasta las lámparas. Ahora, con sus sedes embargadas. Los otros, el PP,  son la corrupción como sistema, una organización delictiva parasitada en la política. Enumerar sus corruptelas y sus corruptos es más cansino y prolongado que nombrar a sus dirigentes honrados. Incluso sus líderes caminan al unísono: tanto Mas como Rajoy “solo pasaban por allí”. Entre tanta podredumbre el barro de la charca no mancha sus impolutos trajes, actúan como aquellos monigotes del Whatsapp, que no ven, no oyen y viven mudos. 
Quien utiliza a un pueblo para enmascarar sus miserias es un traidor a su patria; se viste de cobardía enmascarado entre señeras. La nación catalana es mucho más. Cataluña tiene derecho a decidir, así lo recoge la carta fundacional de la ONU. Nadie tiene derecho a engañar a un pueblo con medias verdades y mentiras como puños. Pretenden llevar a un país al borde del abismo, confundiendo a los electores, diciéndoles que un plebiscito se convoca cuando la realidad es muy distinta. No es una cuestión de testosterona, la valentía es un atributo mucho más elevado. Es muy sencillo ser valiente con pólvora ajena y amparado por el primo de Zumosol en forma de Junqueras, con la nariz tapada y justificando aquel maquiavélico planteamiento de que el fin justifica los medios. Aquellos tiempos lejanos del “Ja soc aquí” del molt honorable Tarradellas y cientos de miles de catalanes esperanzados, han derivado en esta huida hacia adelante del Club de los Mediocres.
 Cataluña merece un respeto. Cataluña merece una oportunidad: los catalanes no pueden ser moneda de cambio de unos líderes que pretenden enmascarar sus miserias, sus vicios ocultos cuando no sus cuentas corrientes, en paraísos fiscales entre altas montañas. Nada de esto sería posible sin la inestimable colaboración del Partido Popular tirando del lado opuesto de la cuerda. Han utilizado y utilizan el anti catalanismo como percha que les mantenga en el poder.
Ahora, pretenden ocultar sus miserias y cambiar las reglas del juego con la reforma exprés de la Ley Electoral vía moción presentada con carácter de urgencia en el Congreso de los Diputados. Mejorar la representatividad de los ciudadanos no quiere decir cercenar de raíz voluntades con inclusión de sesgos mayoritarios que anularían representatividades inferiores al 15% y otorgarían un plus a las mayorías superiores al 35%. Sólo es posible comprender esta estupidez desde la perspectiva del ignorante del efecto boomerang.

ARTUR MAS, COMO RAJOY: “SOLO PASABA POR ALLÍ”

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