El alma, la sustancia del Derecho Administrativo en general, y del Derecho Urbanístico en particular, está estrechamente vinculada a la efectividad de los valores y principios constitucionales, a la dignidad suprema de la condición humana y a la protección, defensa y promoción de los derechos fundamentales, individuales y sociales, de la persona. ¿De qué serviría una ordenación del suelo perfecta, cartesiana, acabada en sus más precisos detalles, si no permitiera el libre y solidario de los seres humanos?
En el campo del urbanismo, ciencia de la ordenación del uso del suelo en orden a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, es fundamental la dimensión ética. Un aspecto muy ligado a lo que debe ser el uso racional y humano del suelo.
Un factor esencial que debe estar siempre presente y siempre al servicio objetivo del interés general en un deseable marco de equilibrio con los derechos sociales de las personas, equilibrio que ha de regir el ejercicio de las potestades también en materia urbanística.
En este sentido, hemos de caer en la cuenta de la importancia que tiene para el urbanismo el término racionalidad, inscrito nada menos que en su definición pues el urbanismo es una ciencia social que estudia el uso del suelo desde la racionalidad y el humanismo.
En efecto, la racionalidad es un principios general que sirve de canon de actuación para el desarrollo de las políticas públicas y para el ejercicio de las potestades públicas que ayuda sobremanera, en el urbanismo especialmente, a calibrar y medir de acuerdo a cánones de objetividad y proporcionalidad, el ejercicio de las potestades discrecionales, potestades que sobrevuelan y se posan sobre el proceloso mundo del urbanismo dando lugar en ocasiones a supuestos de arbitrariedad precisamente por la huida de la racionalidad inherente a cualquier sector de las ciencias sociales en el marco de un sistema democrático.
Cuando los poderes urbanísticos se realizan con ponderación, criterio y, sobre todo, al servicio objetivo del interés general, el uso racional y humano del suelo se torna una venturosa realidad