Pero ojo con los vivos. Y es que las hemerotecas dejan al aire la hipocresía de esa tropa que, hace diez, días empujaban a “ la alcaldesa de España” fuera del partido “con el conocimiento de Rajoy” (Maillo, en la tele) y a Maroto, otro vice “le daba asco” la actitud de la senadora. Esa doble moral, tan típica, desvela la doble moral del partido, pues hace menos de una seman, repetía Casado, otro de los vicesecretarios, que “ya no estaba en el partido y, por tanto, no tenía nada que opinar”.
Tal vez el epitafio más certero se deba al cuñado de la fallecida: “Rita se sintió abandonada, vejada, por los suyos”. Mientras, el portacoz, la lengua viperina de los populares, cargaba la culpa en los medios informativos, que –por cierto– tienen recogidas sus diatribas contra los contrarios a quienes les negaba eso que tanto repiten “la presunción de inocencia”.
No estará de más insistir en que a Rita Barberá la citó el Tribunal Supremo tras una investigación de la Guardia Civil y una imputación de la Fiscalía. Tampoco estará de más recordar que durante más de veinte años una troika –Camps, Cotino y Barberá– mandó en las instituciones valencianas, que, para desgracia de los ciudadanos, conocieron el mayor número de casos de corrupción, que se inician con Fabra y suma y sigue…
Las cosas claras: Barberá, antaño costalera de Mariano Rajoy en la opulenta fortaleza de Valencia, se había convertido en un estorbo. Así, por eso y porque ya no valía eso de “la persona que usted cita no está condenada” (Rajoy dixit) el grupo de agresivos vicesecretarios, a las órdenes de Mariano, decretaron su muerte política para poder decir eso ya tan común y tan falso (pues los hechos se “perpetraron” cuando si era del PP en todos los casos) de “no pertenece al partido.
También es falsa, torticera, la frase que eructa el PP cada vez que habla del asunto “la juzgan por un donativo de mil euros”, cuando el informe policial habla de “posible delito electoral y blanqueo de dinero”, eso que popularmente –y copiado de la mafia– llaman pitufeo.
Sigamos con los vivos: la actitud de parte de Podemos, con Iglesias al frente, volvió a usar, abusar, del léxico y la actitud. Alguien dijo que “la senadora no merecía un infarto sino un juicio”. El juicio, ahora, háganlo ustedes a unos y otros.