hace años que tengo abierta una carpeta con noticias publicadas, insólitas unas, extravagantes y desternillantes otras. En ese peculiar archivo están, entre otras historias, la de una juez de Tenerife que citó a una perra como testigo en un juicio por maltrato animal; la de la curiosa orla de la Universidad de Málaga con tres estudiantes y quince profesores; la de un individuo que pidió una vasectomía a su gobierno después de engendrar 37 hijos; la de un paisano de 69 años que huyó de la Guardia Civil en un tractor cargado de marihuana; la de un camarero francés que exige el derecho a ser grosero con los clientes…
También hay noticias sorprendentes de carácter político. Como el comunicado de Izquierda Unida de Retamar (Toledo) que el 18 de julio confundió los cohetes de una despedida de soltero con un acto de exaltación del franquismo. O que sectores independentistas piden el despido de una camarera de Cuenca por hablar castellano en TV3. O que el líder de Podemos que defiende la España plurinacional se burle en el Congreso del acento de García Egea, un murciano que pertenece a la España “diversa en sus acentos”. ¡Qué cosas preocupan a los políticos!.
Les aseguro que no son “fakes”, estas noticias y muchas más fueron publicadas en los periódicos. ¡Cómo disfrutaría Luis Carandell incluyéndolas en su Celtiberia Show!
Pero hace unos días incorporé a esa carpeta otra noticia política que no desmerece a las anteriores. La protagonizó la ministra María Jesús Montero cuando, después de la reunión del presidente con Rufián, se mostró satisfecha del tono y contenido del encuentro y sentenció: “estoy convencida de que hay mucho que nos une con ERC, sobre todo, el amor a España”.
¡Extraño amor el de quienes quieren derribar el Estado! Porque el líder y otros militantes de ERC están en la cárcel condenados por sedición y dicen que “lo volveremos a hacer”; la diputada Monserrat Bassa dijo en el Congreso “me importa un comino la gobernabilidad de España”; la secretaria general está huida en Suiza y el portavoz Rufián llama “carceleros” a los garantes de la Constitución y la ley.
Con estos precedentes anunciar desde la portavocía que los políticos de ERC profesan amor a España solo se puede decir bajo el dopaje de unos chupitos, después de un ataque de amnesia o pensando que los españoles son tan tontos que creen sus insolencias.
La ministra Montero, que suele adornar sus intervenciones con mucha palabrería, debería cuidar más sus expresiones para no caer en la “prevaricación intelectual” que es decir chorradas o hacer afirmaciones manifiestamente falsas a sabiendas. Los humoristas de la vieja Codorniz la enviarían a su “cárcel de papel”.