el revisionismo histórico, que ya nació siendo una pésima idea, se nos está yendo de las manos. De entrada, somos mucho menos inteligentes de lo que nos creemos y confundimos mirar la historia con ojos del siglo XXI con ajustar cuentas. Somos tan ridículos que juzgamos con nuestros estándares actuales los hechos de hace siglos. Y los acusados siempre fallan la prueba. Así que ahí estamos, aplicando sentencias a estatuas y bustos. Y, para variar, en cuanto el movimiento se populariza todo vale. Y lo mismo se ataca a Colón que al mismísimo Cervantes. Sobre el monumento al escritor del parque Golden Gate de San Francisco han escrito la palabra “bastardo”. Desconocemos cuál ha sido su crimen. Probablemente, tener un nombre español en un país en el que se sabe muy poco de la cultura de más allá de sus fronteras. La lucha racial, en este caso, no está reñida con la ignorancia.