Moderación y radicalización en Europa (III)

l espacio de centro es un espacio de realismo que rechaza todo voluntarismo ciego que no quiere contar con la realidad y con el intento de aproximarse a ella tal cual es, de apertura a la experiencia, de prudencia política, y no de exaltación, sabiendo de la complejidad de los problemas (realismo), de la insuficiencia de nuestro conocimiento (ausencia de dogmatismo), de la limitación de nuestras capacidades de acción (sentido práctico), lo que nos llevará a establecer necesarias priorizaciones, y acciones sectoriales, no totalizadoras, que pueden muy bien ser calificadas de reformistas.
También el espacio de centro se caracteriza por la comunicación, en la que la fluidez de transferencia de información entre quienes ejercen funciones ejecutivas, legislativa, o políticas en general y el común de la ciudadanía, no se reduzca tan sólo a medidas que favorezcan la transparencia, sino a acciones positivas y permanentemente renovadas de contacto real que permita una percepción siempre actualizada de las aspiraciones de los diversos sectores sociales y una transmisión convincente de los proyectos políticos en los distintos ámbitos territoriales o sectoriales.
En el centro se valora la eficiencia, porque no hay auténtica política, política de calidad si no hay política eficiente, política de resultados, con las necesarias remodelaciones. Se potencia la participación, donde los ciudadanos no sean simples sujetos pasivos de la acción tutelar y directiva del Estado y de las instancias políticas, ni sujetos soberanos encerrados impermeablemente en el ámbito más o menos reducido de su individualidad.
Igualmente, desde el centro se revitaliza la seguridad, en la que se dé cumplida respuesta a la legítima aspiración humana de la seguridad vital, económica, médica, etc., aunque evitando la tentación ineludible de refugiarse en una supuesta responsabilidad del Estado que, en todo caso, sólo podrá establecerse sobre el supuesto de la responsable aportación de todos los ciudadanos.
El centro es un espacio de participación, de los jóvenes, de los mayores, de los desfavorecidos, participación de los que tienen éxito, de tolerancia, o convivencia, donde no haya una mera yuxtaposición de culturas, sino una apertura real y comunicación entre los diversos modos de concebir y entender la vida, las relaciones entre los hombre, la sociedad, lejos de todo fundamentalismo de cualquier signo, pero sin menoscabo de la firmeza en las propias convicciones.
También es un espacio de liberación para quienes se han encontrado aherrojados o constreñidos por roles sociales que es posible que hayan podido tener algún sentido en otra organización social pero que hoy no pueden ser eje en la construcción de una sociedad más libre. Todos estos rasgos o valores definen el espacio de centro. 
No podemos tener la arrogancia de pensar que son rasgos nuevos, son valores que han acompañado en mayor o menor grado y con mayor o menor reconocimiento toda la vida política del hombre, pero es su aplicación en nuestros regímenes democráticos lo que los hace configurar este espacio peculiar, imposible de concebir en regímenes que, por muy justos que fueran, no respondieran a los cánones básicos de la democracia liberal y social.
Hoy precisamos moderación, cordura, concordia, gobernar para todos, proyectos políticos que partan de la dignidad humana, políticas que devuelvan a este país el prestigio perdido y el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones. Nos lo merecemos.

Moderación y radicalización en Europa (III)

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