Los hosteleros son unos de los grandes perjudicados por la pandemia. También lo es el turismo (ya que no se puede viajar) o la cultura (por la prohibición de los espectáculos). Sin embargo, es normal que los profesionales estén particularmente cabreados de que cada vez que los positivos se desvíen hacia arriba, sean ellos los que tienen que echar el cierre. Se justifican asegurando que lo mismo se contagia uno hasta las cinco de la tarde que hasta las once de la noche y no les falta razón ya que, hasta el momento, nadie ha sido capaz de explicar el motivo por el que se restringe o directamente se cierran los bares y no las tiendas de ropa o las de chuches. Vamos, que tal pareciera que al virus le gustara más el café o la cerveza que la lana y el regaliz. FOTO: Un hostelero recoge su terraza | aec