Alguien del gobierno debe explicar por qué no cierran definitivamente el problema de ETA y están dejando pasar el tiempo. Podemos encontrarnos con graves consecuencias a corto o medio plazo, porque los etarras partidarios de retomar la lucha armada (unos cincuenta) están agrupándose en torno a Ibil (Iraultzaileen Bilguneak/Asambleas Revolucionarias). Su líder, Fermín Sánchez Agurruza, está muy enfrentado a Arnaldo Otegui al que acusa de entreguismo. Se rumorea que se han apropiado de cuatro pequeños arsenales de armas y no es atrevido descartar que rompan la tregua.
Cerrar este problema pasa por hacer concesiones dolorosas, pero es un peaje inevitable, porque ETA no es un asociación de vecinos y quienes conocemos su historia de continuas escisiones, dudamos que su Comité Ejecutivo, conocido como la Zuba, sea capaz de mantener indefinidamente el control sobre todos sus militantes.