Decir que el PP tiene un problema es decir poco. Sí, tiene un problema de identidad provocado por el miedo que ha cundido en los nuevos dirigentes ante la aparición de Vox. Un miedo que ha llevado a Casado y a los suyos a abandonar el centro derecha para convertirse en un remedo del partido de Abascal. Casado ha competido con Vox por ver quién era más de derechas y, por tanto, ha renunciado a representar a miles de votantes de centro derecha que no le han querido seguir en su giro hacia una derecha extrema.
Fraga, el fundador de lo que hoy es el PP, tuvo el gran acierto de poner en marcha un partido en el que cabía “toda” la derecha, la más centrada y la más extrema. Hizo de ese partido la casa común de la derecha y esa herencia la ha dilapidado Casado.Algunos dirán que la culpa es de Rajoy, demasiado “centrista” y pusilánime para el gusto de la derecha extrema. Pero la derecha de Rajoy era equiparable a los partidos de derechas europeos.
También que la corrupción ha pasado factura al PP. Sin duda es cierto. Como también lo es que Rajoy pudo salvar a su partido del naufragio y evitar la moción de censura si hubiera dimitido y dejado en su lugar a Sáenz de Santamaría. Y se puede añadir que, aunque eso no hubiese sucedido, pero posteriormente Sáenz de Santamaría hubiese ganado el congreso del PP, este partido no habría tomado esta deriva tan errática como la emprendida por Casado.
Pero como nadie tiene poder sobre el pasado y la realidad es la que es, el PP necesita reinventarse, o mejor dicho, necesita volver a ser la casa común de la derecha y para eso tiene que desandar el camino hacia la extrema derecha.
El PP necesita reinventarse para no morir. La pregunta es si Casado va a ser capaz de enmendarse a sí mismo o si va a insistir en que el PP se parezca a Vox. Por lo pronto el PP tiene que afrontar las municipales, autonómicas y europeas de mayo y visto lo visto puede sufrir una triple derrota si no endereza el rumbo. Veremos si es capaz de hacerlo. Si Casado continua por esta senda terminara enterrando al PP.