como es un amoral fuera de medida y un actor de primera fila, a Pedro Sánchez le da igual quitarse y ponerse caretas según el momento y el escenario. La última en dejar caer ha sido la de la permanente mano tendida al Partido Popular. Preguntado por el periódico italiano Corriere della Sera si alguna vez había pensado en una gran coalición con el PP, la respuesta fue tajante: no. Sin medias tintas ni esos circunloquios que tan bien domina.
Y fue sincero. Al presidente del Gobierno nunca le han interesado tales eventuales pactos. Ni otros de menor alcance. En las actuales circunstancias el entendimiento entre socialistas y populares hubiera resultado más factible. Con Sánchez es inviable. A Sánchez le conviene el retrato y el relato de un PP y un Pablo Casado acampados en los estériles terrenos de la ultraderecha, con Vox como compañero y aliado.
De otra manera no se entienden los alegatos de la ministro portavoz del Gobierno que con más frecuencia de lo razonable y desde la tribuna institucional de Moncloa vienen a ser una continua descalificación del PP. O las intervenciones del propio presidente en sesiones de control parlamentario en las que parecería buscar que los acuerdos fueran imposibles. O las cataratas de insultos e improperios con que obsequia a la derecha la portavoz parlamentaria socialista, Adriana Lastra.
A Sánchez, como digo, no le interesan los acuerdos importantes con el PP. Pero deberían importarle sobremanera. Entre otras razones porque el Partido Popular muy bien podría contribuir a superar el serio problema de credibilidad que el Gobierno suscita en Europa. El enorme varapalo sufrido con la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo podría ser un indicio de tal desconfianza. En el pecado ha llevado la penitencia.
Pedro Sánchez debería tener muy presente que el fondo de ayudas que tanto urgen y que se quiere queden ya negociadas y repartidas en este mes de julio, es una iniciativa de la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen (Partido Popular Europeo), impulsado por Angela Merkel (también PPE) y liderado en el Parlamento Europeo por la primera fuerza política a escala continental, cual es así mismo el PPE.
En la larga entrevista de marras con el periódico italiano se le plantea la disposición de un dirigente popular relevante como es nuestro presidente Feijóo hacia una gran coalición al estilo alemán. Y el inquilino de Moncloa responde con una falacia de las suyas: “Resulta curioso –dice- que el PP hable de esto sólo cuando la primera fuerza es el Partido Socialista”. Mentira. Una más. En realidad, se trata de una propuesta formal y públicamente formulada ya en los tiempos de Rajoy y reiterada repetidas veces.
El personaje Sánchez hubiera venido como anillo al dedo a esa máquina de la verdad o detector de embustes que popularizó un programa televisivo de los primeros años noventa.