la Marea coruñesa tiene amigos declarados y enemigos acérrimos. En el primer grupo se puede incluir a las frondosas hierbas que crecen por doquier a cuenta de la eliminación de los herbicidas. Las ranitas, para las que quería crear pasos subterráneos bajo Alfonso Molina y hasta las ratas, a las que ayuda con su empecinamiento en mantener las calles rebosantes de basura. En el lado de los enemigos están, aunque no necesariamente por este orden, el Puerto de A Coruña (cualquier excusa es buena para abrir un conflicto con él), el bus metropolitano (del que consideran que ojalá que nunca llegue al centro) y, por supuesto, los coches. A estos últimos le han dedicado una atención especial cuando, por ejemplo, querían reducir Lavedra a una especie de boulevard, o cuando decidieron que mejor peatonalizar Monte Alto y que el que no tenga dónde aparcar que le dé negocio a los chatarreros. El último ataque contra los vehículos se ha producido en Los Cantones, allí experimenta lo que será el futuro con un solo carril en cada sentido con la excusa de la Semana de la Movilidad. FOTO: Vallas en el centro como si fueran barricadas | aec