Moraña

David Oubel tenía poca defensa. Su abogado intentó urdir una estrategia pero él, que había guardado un misterioso y hasta desafiante silencio, se encargó de romper cualquier plan con la confesión de unos hechos que la evidencia de las pruebas corroboraba punto por punto. ¿Por qué?, pues para alimentar su ego siendo en primero en algo, aunque este algo sea vivir encarcelado para siempre. Si quería dar una impresión de padre arrepentido y lleno de dolor no lo ha conseguido porque al menos yo he visto a un hombre sin piedad, frío, calculador y asesino. No solo acabó con la vida de unas niñas indefensas, sino que truncó las esperanzas y las ilusiones de muchas personas más. Comparto el veredicto del jurado y la sentencia de la sala y ahora solo deseo que se cumpla la condena en toda su extensión y, si puede ser, que David Oubel caiga en el olvido. A ver si el paso del tiempo le despierta la conciencia y en lugar de sentirse protagonista cada vez que vea su imagen sienta pena y desazón.

Moraña

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