TENEMOS QUE ESTAR...

Todos: los trabajadores que ven como les recortan el sueldo y les multiplican la tarea. Los estudiantes, a los que este gobierno les condena a un mañana sin futuro. Los jubilados, cada vez más pobres y con un negro porvenir. Las amas de casa que, a pesar de sus sacrificios, cada vez tienen más problemas para llegar a fin de mes. Los parados –unos porque perdieron toda clase de subsidio y otros que han perdido la fe ante las colas del Inem– que suman millones, pese a la propaganda oficial, que otra vez, manda carafio, ha hecho trampa en las cuentas para contarnos el cuento de que el país se llena de brotes verdes.
Hay que ir a la calle hoy y repetir la protesta cuantas veces haga falta para acabar con los corruptos que, según el edil Flores, mano derecha de Negreira en el Concello coruñes, pillado en la Pokémon, lo son todos los políticos, pues no hay ninguno absolutamente intachable. Hay que ir a la calle para barrerlos de las administraciones antes de que ellos acaben con todo. Y hay que terminar con los aforamientos que protegen sus irregularidades y multiplican sus privilegios, como su reiterado absentismo laboral: en Semana Santa, pecadores, tuvieron más vacación que los estudiantes y ayer en el Parlamento hicieron “novillos” para aprovechar ¡el puente!
Hay que regenerar la democracia para que un ministro y candidato a una poltrona en Europa que hace trampa en su declaración ante las Cortes no pueda seguir en cualquier cargo público.
Hay que ir a la manifestación hoy, pues además del daño en la economía de los ciudadanos (la otra, la macro, va viento en popa, según la bolsa, los beneficios de una banca rescatada y los grandes negocios de los empresarios que guardan sus fortunas en paraísos fiscales) nos han reducido los derechos civiles con las leyes del piadoso ministro del Interior y las reformas anunciadas por el responsable de Justicia, alineado con la jerarquía eclesiástica más carca y los sectores ultraderechistas del tea-party.
Han arruinado el país, y han elevado la deuda a cifras insoportables, escondiendo la realidad con trampas de tahúr. Aquí, Feijóo, como otras autonomías, no acudió al dinero público para reforzar la solvencia de la Xunta sino a la banca privada con el sobrecoste que esto supone. Hay que ir a manifestar nuestro rechazo y desprecio.

TENEMOS QUE ESTAR...

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