¡Hay que ver lo que está dando de sí la conversación telefónica entre Trump y Rajoy! Pocas veces quince minutos han generado tanta exégesis y tanta guasa. Guasa a cuenta de la opuesta personalidad de los interlocutores. Sabido que el presidente de EEUU es hombre colérico de reacciones imprevisibles, incluso bruscas, hay quien dio por buena la llamada tras saber por los comunicados de prensa que fue cordial y sin sobresaltos. Conociendo la personalidad de nuestro presidente del Gobierno que no es precisamente un cruce entre la pugnacidad de Clemenceau y la fogosidad de Churchill, la posibilidad de un encontronazo verbal era a todas luces descartable.
En este caso en beneficio de las deseables buenas relaciones entre España y EEUU. Compartimos intereses. Sin ir más lejos somos socios en la OTAN y en España se asientan dos de las bases militares norteamericanas que son la llave en la estrategia de defensa del flanco Sur de Europa. Cuestionar dicha alianza remite al infantilismo político. Quienes lo hacen exhiben viejos prejuicios anti norteamericanos que, paradójicamente, comparten la extrema derecha y los comunistas.
Volviendo a la llamada telefónica, habría que añadir que no siendo esta la ocasión, lo que uno espera de Rajoy es que haciéndose portavoz de un sentir muy extendido, en el próximo encuentro con Trump, en nombre de España haga valer la posición europea a favor de respetar los Derechos Humanos. Por no hablar de la erradicación de la tortura. Confío que no sea esperar demasiado de Rajoy.