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Hn pasado ya seis años desde que nuestro buque de desembarco “Castilla”, comandado por mi apreciado “Pacote” (Francisco Peñuelas), estuvo durante tres meses desplegado en aguas haitianas prestando ayuda humanitaria a las víctimas de aquel fatal terremoto. El balance fueron cifras contrastables y constatables: se atendieron médicamente a 8.300 personas, se vacunaron a 21.000, se retiraron 8.000 metros cúbicos de escombros y se distribuyeron 600.000 litros de agua potable. La solidaridad del mundo hacia aquel pobre y pequeño país fue inmensa, y las infinitas ONG’s dispersas por el mundo en teoría recaudaron una ingente cantidad de dinero que, sin embargo, y tal y como hemos comprobado hace poco tras azotar a la isla un huracán, no parece que llegara nunca su destino, pues los haitianos seguían siendo igual de pobres que hacía un lustro. 
El otro día, organizado también por una ONG, participé en una iniciativa solidaria. El destino de la ayuda era una pequeña región del norte de Ruanda. Reflexionando sobre la cuestión con un amigo, nos preguntábamos como demonios iba a llegar nuestro dinero allí. Por transferencia bancaria imposible, pues no hay bancos…llevándolo una persona en un maletín vía aérea va a ser que tampoco, no pasaría el control de seguridad del aeropuerto… ¿entonces?
Mientras tanto nuestro jefe del Estado sigue pendiente de realizar el viaje que desde hace ya un año tiene previsto a Arabia Saudí para cerrar de manera definitiva el contrato para la construcción de cinco corbetas y una base naval que será adjudicado a Navantia. La prosperidad que traerá el acuerdo beneficiará a todas las unidades productivas de la empresa, en especial Ferrol, donde se crearán muchísimos puestos de trabajo.
Pero lo que debería ser una alegría para todo buen español es censurado las ONG’s, ¿con qué excusa? Pues que Arabia no respeta los Derechos Humanos, y que dichos buques se utilizarán sin duda en el conflicto del Yemen. Esta última afirmación, aparte de denotar una ignorancia supina sobre las capacidades de los navíos a construir, encierra la peor de las mentiras, una verdad a medias.
Para hablar de limpieza, uno tiene que ser muy limpio, para hablar de honradez, uno tiene que ser muy honrado, si no, sencillamente se queda en evidencia, por mucho que se quiera camuflar la realidad con toneladas de demagogia.
 

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