Hace años un médico con brillante expediente académico, título de especialista y buen bagaje investigador concursó a una plaza convocada por un hospital de una Diputación. Pasados unos meses, preguntó por la resolución de aquel concurso y un funcionario conocido fue tan correcto como elocuente: “tu curriculum era el mejor, pero la plaza ya estaba adjudicada al pariente de un alto cargo”.
Siempre hubo casos de nepotismo en las administraciones y empresas públicas. El enchufado no era el mejor, pero tenía conocimientos y aptitudes para desempeñar el puesto de trabajo y cumplía con las obligaciones del cargo. Se guardaban las formas, sin que eso exculpe la indecencia.
Traigo esto a colación a propósito de la sentencia de la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra que condena a un funcionario del Concello de Vigo por delitos de prevaricación, malversación y falsedad en documento mercantil al enchufar a una familiar de la presidenta de la Diputación de Pontevedra.
La sentencia no tiene desperdicio y, sin entrar en detalles, contiene párrafos demoledores. Como que la familiar protegida cobró durante años 108.000 euros sin realizar los trabajos que le fueron asignados; que se libraron facturas por encuestas que no fueron realizados por la persona enchufada que “carecía de conocimientos” para confeccionarlas; o que el funcionario contrataba al margen del sistema legal de oferta pública de empleo y daba instrucciones para abonar facturas por trabajos que no se correspondían a la realidad.
En Vigo llueve sobre mojado. En 2013, se conoció la lista de 21 familiares de altos cargos “colocados” en el área de empleo controlada por la alcaldía y ahora el juzgado sentencia sobre este caso de corrupción manifiesta que, condena judicial aparte, abochorna e indigna.
No se debe generalizar, la mayoría de los políticos tienen una hoja de servicios impecable. Pero quedan muchos que entienden que “su mayoría” les concede poderes que la decencia democrática no otorga.
En estos casos, si en la política municipal se busca transparencia en el reparto de subvenciones y en la adjudicación de obras y servicios; o si se busca respeto al derecho de los ciudadanos para optar a un puesto de trabajo con sus méritos y conocimientos, encontrarán nepotismo, clientelismo y amiguismo.
Son los modales corruptos que aún perviven en “la vieja casta”, que ahora copian algunos de la nueva política que venían a regenerar la vida pública. Ambas actúan con tanta impunidad que ni siquiera guardan las formas.