La mayoría indecisa

A la vuelta de la esquina tenemos unas nuevas elecciones. En este caso se trata de escoger a nuestros representantes en el Parlamento Europeo y ya han salido los primeros sondeos y encuestas de opinión. Y ante los datos que se manejan, lo más llamativo a mi entender, es el hecho de que tan solo uno de cada cuatro gallegos sabe a quién va a votar en estas europeas. Todo esto cuando faltan tan solo dos meses para que se celebren unas elecciones sobre las que pesa una gran incertidumbre y que vienen a confirmar el cada vez más creciente desengaño con la clase política española. El discurso crítico con los partidos se ha asentado con fuerza en nuestra sociedad. A ellos se les acusa de una corrupción generalizada y de ser un nido de sinvergüenzas que solo buscan su propio interés. Se considera que los partidos no son más que máquinas de manipulación que no reflejan para nada el sentir del pueblo, sino que se doblegan a los intereses de los poderosos, protegiendo a los ricos y esquilmando una y otra vez a los más necesitados. Cada vez más se oye a los antisistema vociferando que la democracia no es tal y que al final todos son el mismo perro con distinto collar. Sin embargo, en vez de caer en este estado de profunda decepción con la clase política que nos dirige, deberíamos realizar un poco de autocrítica. Aceptando que es posible que parte de esos sentimientos que existen acerca de los partidos sea cierta, también nosotros, como ciudadanos, debemos asumir nuestra parte de culpa. Los partidos políticos que tenemos son los que hemos ido nosotros mismos construyendo con nuestros votos a lo largo de todos estos años. Es muy fácil quejarse, pero pocos son los que deciden levantarse de su sillón y ponerse en marcha para cambiar las cosas. Los partidos políticos no son entes extraterrestres que hayan venido a gobernarnos ni nos han llovido del cielo tal como son, sino que están formados por ciudadanos y en sus propias manos está el cambiarlos. Debemos recuperar y regenerar a los partidos políticos desde su base, pero esto exige un esfuerzo. Hay que estar dispuesto a dar un paso al frente y no esperar que sean los demás quienes defiendan nuestros intereses. Tenemos las herramientas para poder cambiar esta situación y en nuestras manos está el empezar a ser responsables de conseguir que la democracia funcione.

 

La mayoría indecisa

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