Diáspora insolidaria

Dónde está España, en el exilio, en la memoria… No, está en la diáspora a que aboca la insolidaridad, es así aunque no se quiera reconocer, o reconociéndolo lo nombremos como derecho histórico, hecho diferencial o reconocimiento explícito de una condición que nada dice lejos del mero egoísmo individual y colectivo.
Los miserables han conducido a este pueblo desde años inmemoriales a las amplias praderas de la suprema codicia, y lo han hecho con un solo fin, mostrarnos ingobernables. Y esto que digo vale para monarquías, repúblicas y dictaduras, en todas ellas se ha roto la convivencia por la mera conveniencia grupal, eso sí, con el apoyo y calor de amplias masas que ven en ello una espléndida oportunidad de medrar aunque no sea más allá de sus más ancestrales miserias.
La última dictadura proporcionó cincuenta años de atraso respecto a Europa, años en los que el viejo continente se desperezó en esas libertades y liberalidades que son posibles y propicias a los pueblos. Había riqueza, a la par que se ejercía de ejemplo de democracia y respeto de los derechos humanos. Mientras, nosotros tejíamos rencor en la trinchera gris de un crimen aún sin resolver.
Y hoy que por fin llegamos a tiempo de participar en el nuevo renacimiento de Europa, ¡qué pena!, que sea el de los retrocesos en libertades, el de los egoísmos, el de la diáspora insolidaria porque en eso está Europa, claro que, en eso, nosotros somos unos maestros.

Diáspora insolidaria

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