El trajín con los lazos amarillos cada día nos presenta un nuevo capítulo que desprestigia a los combatientes: unos con nocturnidad, y vestidos como los hinchas del Ku Klux Klan, deshacen las provocaciones de los otros. Y así las cosas un veterano analista de la actualidad catalana advierte: “El independentismo crecerá a paso de tortuga, salvo que se repitan los errores del 1-O. Con Rajoy el independentismo roza el inédito cincuenta por ciento”. El escenario ya dejó algo más que palabras: en un bando agresión a una señora y en la otra banda la víctima fue un cámara de la televisión madrileña, que llevaba ¡una chupa amarilla! Nos recuerda los tiempos de “la calle es mía” o “la violencia es patrimonio del Estado”, que dijo Fraga en tiempos de los GAL, la Triple A o el Batallón Vasco-Español…
De nuevo vuelven los inmigrantes al primer plano de actualidad, pasando por el Parlamento y con la acostumbrada letanía de, otra vez, dos bandos. Sería bueno recordar que a España llegan otro tipo de inmigrantes. ¿Diferencia? Con dinero, rentistas y empresarios, encuentran facilidades para asentarse en España. Unos ¿recuerdan? si compraban un piso caro y añadían una cuenta corriente nada corriente. Así vinieron cientos de rusos y miles de venezolanos. Uno de ellos, explicaba “El País”, descubrió la Golden-visa, visado de oro que da la residencia automática por comprar inmuebles a partir de medio millón de euros. Y otra fórmula era demostrar una renta cuantiosa para vivir un año legalmente, amén de un seguro médico, que es, por ejemplo, más barato que en EEUU, y renovarlo anualmente, pues se consideraba que era un “visado no lucrativo” y a partir del segundo año ya puede solicitar la nacionalidad española. Hay otra posibilidad que acelera los trámites: tener un antepasado español. Según el periódico madrileño, hay en España casi un cuarto de millón de “nuevos españoles cresos”, en buena parte venezolanos, que no tienen que saltar ninguna valla sino arriman el libro de cheques, pues aquí la madre patria se hace hada madrina. A estos queridos conciudadanos no les busque en los invernaderos del sur o del levante español, pues tienen acomodo en Madrid, concretamente en el barrio de Salamanca.
Y ya sabemos que Mariano no viene a festejar los éxitos de Feijóo, que en esta última “cabalgada” perdió tres de las cuatro diputaciones y solo puede presentar el saldo de un solo alcalde para las siete grandes ciudades gallegas. Vienen tiempos de tormenta…