EL presidente de Tabarnia, Albert Boadella, –¡qué gran discurso el suyo al tomar el poder!: “Soy un payaso, pero a su lado (el de los independentistas) soy un modesto aprendiz”–, demuestra en cada una de sus intervenciones su talla de estadista. Y acierta también en sus decisiones, como la de incorporar a su Gobierno en calidad de ministro de Deportes de al periodista Tomás Guasch. De corazón blanquiazul –no del Deportivo sino del Espanyol–, se larga unos vaciles terribles en todas sus apariciones oficiales. Por ejemplo, lo hizo al confesar que Florentino Pérez es quien financia a Tabarnia. También supuso un éxito pleno la elección del presidente del Círculo de Empresarios de Tabarnia, el ferretero Gerard Bellalta, quien ha diseñado un plan ultrasecreto para traer a Puigdemont de vuelta a casa en un volao. Bellalta no explica su estrategia, pero confiesa que le tocaría la fibra al prófugo, pero que si aún se resiste, otra persona lo convencería de inmediato. Al prófugo le ha entrado tanto miedo que ha denunciado que el empresario planea secuestrarlo. Que mal le sienta a la gente vivir en Waterloo; hasta el humor –que ya de fábrica no era mucho– se pierde. Nunca podrá ser tabarnés. FOTO: puigdemont, a la puerta de un coche, aunque no con el que volverá a casa por ahora | aec