Hemos llegado a un punto en el que uno, cuando quiere criticar algo, se ve forzado a advertir que ni lo hace desde caverna alguna, ni con ánimo de desestabilizar el sistema, no vaya a ser que le echen a uno encima al comité ese de las falsas noticias que regenta Godoy. Yo saco la información que publico en esta columna del Boletín Oficial del Estado, entidad hasta ahora no muy sospechosa de alianza con potencias extranjeras para minar el sistema. Concretamente, del BOE del pasado 4 de noviembre.
Resulta que la gaceta oficial publica la concesión directa de subvenciones a entidades del tercer sector de Acción Social por valor de, si mi suma no falla, 785.751,64 euros a entidades como las que siguen: Unión Estatal de Jubilados y Pensionistas de UGT y CC.OO, Federación de Mujeres Progresistas, Asociación de Mujeres Progresistas Victoria Kent, Asociación de Mujeres Juristas Themis, Fundación Triángulo, Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales, Asociación de Mujeres Libres y Combativas, Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad, Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres, Asociación de familias de Menores Trans, Asociación Cultural de Minorías Étnicas ‘Unga’, Kifkif entre Iguales-Asociación de Migrantes y Refugiados LGTB.
Nada tengo, como el lector puede suponer, en contra de tales colectivos, ni me posiciono en absoluto en contra de sus planteamientos. Insisto: es no es un comentario cavernícola. Pero sí tengo mucho en contra de la discrecionalidad con la que desde un Ministerio, el de Igualdad que regenta doña Irene Montero, se puedan producir tales subvenciones cuando, por otro lado, desde alguna dependencia de La Moncloa se insta a las televisiones y medios en general a que no carguen las tintas mostrando colas del hambre, porque ello no facilita la buena imagen externa del país. También tendría argumentos contra el aumento de la dotación presupuestaria prevista para el próximo año en este Departamento de la señora Montero, de casi un ciento cincuenta por ciento.
Una suma de casi ochocientos mil euros destinada a las organizaciones que he citado puede calificarse como el chocolate del loro, aunque son muchos los loros, papagayos y cotorras que podrían volar con este dinero. Sobre todo, cuando el chocolate, y casi todo, falta clamorosamente para necesidades muy primarias en un país con casi ocho millones de personas en riesgo de exclusión.
Lo que critico no es que haya muchos chocolates dispersos por ahí para alimentar pájaros diversos, sino la falta total de control, la parcialidad y la carencia de rigor con las que se administran estas subvenciones, no sé si siempre justificadas, pero seguro que no lo bastante debatidas.
Y me parece que este que hoy narro, que puede ser un detalle nimio a juicio de algunos a quienes cualquier cosa que haga el Gobierno les parece bien (hay otros a los que todo les parece mal), es un símbolo más del descontrol casi absoluto que hoy nos rige: hay que leer el BOE para darse cuenta cabal de ello. Y ya se sabe que el descontrol es aprovechado siempre por los que creen, y creen bien, que a río revuelto ganancia de pescadores. Y pescadoras.