Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, no ha tardado en demostrar que su verdadero compromiso con Galicia es igual a cero. Fue en la presentación del avance de su programa económico de cara a las próximas Elecciones Generales, cuando pudimos conocer cual es la concepción que Ciudadanos tiene de Galicia. Para ellos, Galicia es una región periférica en la que las inversiones públicas no se rentabilizan ni económica ni socialmente, y que, por lo tanto, lo que procede es aplazar sine die el proyecto del AVE gallego, que a su juicio es un despilfarro.
Albert Rivera tropieza en la misma piedra en la que antes habían tropezado CIU o Esquerra Republicana de Cataluña, que desde planteamientos egoístas e insolidarios, conciben el desarrollo de las infraestructuras a distintas velocidades, según el territorio del que se trate, y obviando un principio esencial que nuestro Estado de Derecho consagra en la Constitución Española de 1978 como es la solidaridad interterritorial.
Se olvidan desde Ciudadanos, que la conexión de Alta Velocidad de Galicia con la meseta que se finalizará en 2018, llegó a Andalucía en 1992, coincidiendo con la Exposición Universal de Sevilla, y que ese AVE que Ciudadanos pretende negarnos ahora, llegó a Cataluña en 2008. Por lo tanto, no es que el AVE pueda o deba cuestionarse. Sencillamente llega tarde.
Ciudadanos obvia ahora que la conexión de Galicia a la Alta Velocidad es una inversión fundamental para colocar a nuestra comunidad en igualdad de oportunidades frente a otros territorios y para garantizar nuestra competitividad. Lamentable es ver a un partido como Ciudadanos, que pretende su implantación nacional, no apoyar infraestructuras que pueden ser vitales para Galicia. Y frente a esta actitud de los nuevos salvapatrias de nuestro país, lo que hay en frente es el firme compromiso de la Ministra de Fomento y del Presidente Rajoy, que pese a la dura crisis económica han apostado durante estos años para que Galicia no se quede atrás.
Todo parece indicar que Albert Rivera seguirá los pasos de Rosa Díez, de UPyD, ninguneando a Galicia en su discurso y en su práctica política. Una actitud que los gallegos sabrán corresponder con el trato que se merece: la indiferencia.