la reunión del jueves en el Parlamento nos dejó claro que el virus coronado es un problema sanitario, económico y político. Ya conocen lo dicho en el hemiciclo pero conviene destacar algunos perfiles: el presidente nos informó de todos los elogios que le dirigieron por lo bien que lleva la lucha contra la pandemia y esquivó errores y responsabilidades y no reconoció que la amenaza del virus se sabía en febrero.
Por su parte Abascal reconoció en sede parlamentaria que él conocía la fecha y la hora de entrada en España el virus ¡y llevó a los suyos al matadero de Vista Alegre donde celebró un mitin! ¿Cómo dejó Casado que una representación del PP fuera a la manifestación feminista si había peligro para ellas?
Pero ya tiene mucha menos gracia que el jefe de filas del PP nos largue un sermón sobre la verdad y la ética. Hombre no señor Casado, que todos nos conocemos y recordamos el 11-M, el Prestige, el ordenador de Génova y la larga lista de gentes de su partido en casos de corrupción. Por estética debe tener mucho cuidado con lo que dice. Por cierto Fraga no suscribió el acuerdo político, solo el económico. Algo que su actual heredero esconde o no sabía.
Pero es que Casado –que niega los recortes de su partido en Galicia, Madrid, Valencia, etc.– sigue negando la verdad: la sanidad pública, que los suyos atracaron no la financia el sector privado pues, fundamentalmente, son los trabajadores cotizantes al sistema, quienes pagan la parte del león. Y usted lo sabe y lo oculta. Una evidencia del paso del PP por la sanidad madrileña: el gobierno de Esperanza Aguirre tenía de consejero de sanidad un caballero que postulaba por retirar el copago e incorporar una cuota (la antigua iguala) para ir al médico. Pero es que además el presupuesto firmado en el último ejercicio por el gobierno actual superó en más de tres mil millones las cantidades fijadas en la era de Rajoy. Pero es que, como bien sabe Casado por su proximidad a Aznar, la derecha siempre trató desmantelar el sistema público de salud. Primero denunciando las largas listas –de las que culpaban a los profesionales –a la vez destacaban las ventajas de la sanidad privada a la que luego mimaron con subvenciones y externalizaciones. Y si no lo sabe el señor Casado tiene que acudir al médico pues la falla la memoria. Además de la ética.