Después de tanto cogérsela con papel de fumar la Conferencia Episcopal Española, con la cosa de curas homosexuales sí, o no, va el Papa Francisco, y como representante de Cristo en la tierra! se lo espeta sin rodeos. Repite otra vez, y ha dicho: “Los curas heterosexuales. Los homosexuales que no vengan. Y los que están, que se vayan y no lleven una doble vida” ¡Clarito, clarito! Me cae de pura mater el Papa Francisco. Y qué: ¿Algún tierno vimbio de los marjales va a tener güevos a decirle al Papa Francisco que es homófono? A mí me lo llamaron algunos capullos, pero al Papa no hay pelotas. Si quieren ser curas homosexuales, obispos o papas (con minúscula), que se inventen una iglesia y prediquen lo que les salga de la entrenalga, por poner un ejemplo al azar. Un nombre bonito podría ser: “Iglesia de los Leotardos Resplandecientes del Octavo Día”, o cualquier otra bobada. Ya me parece ver un rótulo diciendo: “Se admiten candidatos a monaguillo (heterosexuales tampoco abstenerse, porfa). Amén.