Ya saben todos ustedes que la Europa comunitaria cumplió sesenta años y el personal no sabe si celebrarlo o no, pues si ejercitamos la memoria nos acordamos de aquello de los “pigs” para, de manera peyorativa, citar los ricos europeos a los pobres del Sur…y, luego de años de crisis con unas políticas que empobrecieron a muchos, escuchar a Bruselas entonar su “mea culpa” por la gestión de esa crisis.
Y, enseguida, ya buscaron la solución en –otra vez un aviso a los países menos ricos– la Europa de las dos velocidades. De esos sesenta años que estos días se conmemoran se recuerda que nosotros, los españoles, compartimos treinta entre el desencanto y la preocupación.
Según una reciente encuesta entre los votantes de izquierdas, la tercera parte de los consultados cree que Europa ha perjudicado a España, lo que significa que las otras dos partes opinan lo contrario, recordando tal vez las ayudas económicas que cambiaron el país aunque el precio –en la pesca, en la agricultura, en la ganadería, por citar solo algunos sectores– resultara claro.
El entusiasmo venía, por aquel entonces, al entender que finiquitado el régimen franquista, nos igualaba a las grandes democracias. Pero más que recordar el pasado conviene buscar, en el mea culpa de los rectores de la Europa 2017, arrepentimiento y sobre todo, propósito de enmienda.
El asunto es cómo y cuándo. La última propuesta conocida es apostar por una Europa federal, pasando por el mercado único y, como primer paso, rediseñar la política económica con un estímulo de cincuenta mil millones de euros que aportarían los países con mayor margen con Alemania y Holanda a la cabeza y, luego proporcionalmente, los países con mayores déficit y deudas.
Pero a esos países, ¡otra vez los pigs!, Bruselas añade presión y a España, concretamente, le exige más recortes… Así que las cosas no están como para echar cohetes…Y menos en vísperas de elecciones en varios países donde la derecha más extrema gana puntos en un escenario que ya de por sí fue cediendo en derechos y solidaridad con un ejemplo reciente que da escalofríos: la justicia europea permite a los Estados miembro denegar visados humanitarios a los ciudadanos que buscan refugio, y paz, al huir de países en guerra donde la tortura, de la miseria ni hablamos, es práctica habitual.
Y como colofón las declaraciones del jefe del Eurogrupo que nos acusa de gastarnos en vino los dos euros y pico que nos subió Mariano en nuestras pensiones.
¡Bebamos para olvidarlos, recontra!