BIEN LA MÚSICA, PERO...

Aestas horas ya saben cómo acabó el asunto. Pero a mí, en este momento, me interesa comentar con ustedes el largo parlamento del candidato Pedro Sánchez, donde, insisto, a la melodía le faltaba algo y le sobraba, también, alguna cosa.
Y es que muchos negamos la mayor: tras una encuesta –nada científica, confieso– entre familiares, vecinos y colegas de la peña –cada cual con sus preferencias bien marcadas– todos quedamos de acuerdo en que si votas al PP no te puede gustar el programa del PSOE y si eres de izquierdas malamente puedes identificarte con el ideario de la derecha. 
Y, por tanto, eso de que los ciudadanos les dijeron a los políticos que su voto era para que se “arrejuntasen”, nada. Cada uno votó para que su elegido hiciera el papel que se le había encomendado: cambiar lo que había y hacer lo contrario de lo que pretendía el rival. Como mucho lo que pedía era ir, de pareja de baile, con los afines. 
Así figuraba en todas las encuestas, incluidas la que hizo un servidor en mi casa, en la escalera del edificio, en el gimnasio y en el bar. Por eso, y aunque don Pedro dijera lo contrario, a él, sus votantes le dieron la papeleta para que hiciera lo que se esperaba un partido de izquierdas y no hermanarse con Ciudadanos, que se confiesa liberal, de centro, pero tirando a la derecha. 
Tampoco estaba de acuerdo el personal con la prédica del señor Sánchez donde aseguraba que era imposible –que no llegaba– un pacto de izquierdas. Si suma bien, sí que llega y hay por ahí combinaciones uniendo Podemos, Izquierda Unida, Esquerra Republicana y los vascos, que suman más que los que tienen, entre los dos, PSOE y Ciudadanos. Tampoco les gustó en la peña que el señor Sánchez nos dijera que el PSOE no quería imponer sino consensuar.
Quedó claro que el mensaje de los ciudadanos era a favor del cambio. Y que en el cambio no entraba el PP. Además, los votos de la izquierda sumaron más que los de la derecha, si no entramos en vetos y líneas rojas…
A muchos no nos gustó lo de “en democracia las diferencias ideológicas no deben ser un problema” (sic), pues puede traducirse por un “el asunto es el poder. Si el plan era consensuar, era más lógico hacerlo mirando a la izquierda que circulando, de salida, por la derecha. Sonaba bien la música, pero…

BIEN LA MÚSICA, PERO...

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