El pasado miércoles Carlos Negreira anunciaba su abandono de la política activa. Lo hacía sin que nadie se lo pidiese, y sabiendo que su liderazgo dentro del PP de A Coruña es incuestionado e incuestionable. Negreira abandona la primera línea, y lo hace después de haber satisfecho su máxima aspiración política, que era ser alcalde de su ciudad. En su hoja de servicios por Coruña, anota el haber sido el gran impulsor de los servicios sociales en la mayor crisis económica de las ultimas décadas, duplicando las ayudas a las entidades sociales de la ciudad, y garantizando servicios básicos como las ayudas de emergencia social o las becas-comedor. En su mandato, se evitaron en torno a 800 desahucios gracias a la actuación de su gobierno. Atendió a todos los barrios de la ciudad como nunca se había hecho. Su gran proyecto, la transformación de la Marina devolverá a la ciudad herculina la dignidad de una fachada marítima digna de la más bella de las capitales europeas. Y por eso, el tiempo colocará a Negreira como un gran alcalde, que por encima de todo, quiso a su ciudad, y que sirvió siempre a sus vecinos desde el compromiso absoluto y la máxima cercanía.Negreira quiso ser útil a Coruña. Y lo fue. La renovación interna de los partidos es indispensable para mantener el pulso del cambio continuado que protagoniza la sociedad en la que vivimos, donde lo nuevo se queda viejo cada vez más rápido, y donde las estructuras de los partidos están obligadas a acompasar su acción política a ese cambio social. Negreira lo sabe, y por eso da este paso, cargado de generosidad y coherencia. Negreira habría podido ser lo que el quisiera. Y lo que quiere realmente es ser uno más, un afiliado de base, e impulsar ahora un nuevo proceso de renovación como el que él protagonizó en 2008 y que tantos frutos dio al proyecto popular en Coruña. Negreira llevó al PP de la provincia a las cotas más altas de representación jamás alcanzadas por la organización provincial. Su gestión fue determinante. Pero eso no es lo más importante. Lo relevante de Carlos Negreira es su faceta humana, indispensable para ser un buen político. Su sensibilidad y cercanía. Su autoexigencia lo convierten en un trabajador hasta la extenuación. Difícil seguirle el ritmo. Siempre dándolo todo, sin límites, y demostrando que tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Ese es Carlos Negreira, Y por eso, ahora que aún no se ha ido, en el PPdeG ya lo estamos echando de menos. Gracias Carlos.