Mal ejemplo

Confirmando una sentencia de la Audiencia de Barcelona, el Tribunal Supremo condena a 21 meses de prisión a Lionel Messi. El Supremo considera que el jugador del FC Barcelona es autor de tres delitos fiscales. En origen por defraudar 4,1 millones de euros al Fisco al no haber tributado en España los ingresos de algo más de 10 millones percibidos en concepto de derechos de imagen. El astro argentino no está solo en tan infamante conducta.
Le acompaña Cristiano Ronaldo, el as del Real Madrid a quien la Agencia Tributaria acusa de haber defraudado -según un primer informe-, ocho millones. Cantidad que un segundo peritaje eleva a 15. Los técnicos de Hacienda estiman que la pena de prisión podría ser superior a los quince meses. En el caso del jugador portugués todo se mueve aún en el terreno de la denuncia. Habrá pues que esperar a conocer el resultado de las actuaciones iniciadas por la Agencia Tributaria.
Messi y Ronaldo son dos ciudadanos que por su relevancia social están doblemente sometidos al escrutinio público. Siendo como son ídolos para una legión de aficionados al fútbol, su comportamiento debería ser ejemplar. 
No pagar los impuestos debidos, amén de un delito, es una conducta insolidaria. Quien no cumple con sus obligaciones fiscales, está robando a la comunidad. De lo que recauda Hacienda salen los recursos para que funcionen todos los servicios del Estado. 
Quienes más ganan, más obligados están a pagar los correspondientes impuestos. En el caso que nos ocupa, la actuación de la directiva del CF Barcelona, arropando sin el menor reproche al señor Lionel Messi, un defraudador condenado ya en sentencia firme, por escandaloso, roza lo indecente.
En este registro, la dirección del Real Madrid ha sido más discreta. No se ha pronunciado por entender que la situación que afecta a Cristiano Ronaldo es un asunto privado. Asuntos privados son en ambos casos pero que dada la relevancia social de los mencionados futbolistas trascienden del ámbito deportivo. Nadie discute sus virtudes como futbolistas, no puede decirse lo mismo al respecto de su comportamiento como ciudadanos. 
Mal ejemplo.  

 

Mal ejemplo

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