la Unión Europea afronta 2019 como un posible annus horribilis después de que el 2018 recién finiquitado tampoco haya sido como para echar cohetes. La UE tiene ante sí el reto de hacer fente a los populismos que han fijado a la propia Unión como el enemigo a batir. El viejo continente se ha convertido en reducto para nacionalistas radicales, izquierdistas demagogos y ultraderechistas xenófobos y lo más curioso es que todos ellos coinciden a la hora de señalar como el mayor problema para sus ciudadanos a la Unión Europea. Inglaterra, con su complicadísimo proceso de salida no es más que un ejemplo de lo que puede suceder si los responsables europeos no son capaces de cambiar el guion.