ADMINISTRACIÓN PARALIZADA

 

Conocí a un campesino leído que cuando tenía que pasar por las ventanillas de la administración para hacer gestiones relacionadas con su hacienda, ya sabía que la resolución de sus asuntos iría para largo. Pasados unos meses sin respuesta a sus gestiones, cuando le hablaban de la lentitud de la burocracia él recordaba con resignación campesina aquel viejo dicho “o que ven de casa grande, ou non chega, ou chega tarde”.

Traigo esto a colación a propósito del funcionamiento al ralentí de la administración autonómica desde hace meses, incluso desde antes de que el presidente, ahora en funciones, convocara elecciones el día 27 de agosto. Primero fue la larga precampaña electoral la que ocupó buena parte del tiempo de los miembros del gobierno, después la campaña los relegó a discretos segundos planos por temor a una llamada de atención de la Junta Electoral y ahora, celebradas las elecciones, siguen en esa retaguardia esperando saber “qué hay de lo mío” en el nuevo gobierno.

Como en toda regla hay una honrosa excepción, la del presidente en funciones que, acompañado del Conselleiro de Industria, peleó en Brasil como llanero solitario para captar negocio para el naval gallego. Salvo esta importante gestión, el resto del gabinete está desaparecido en ese páramo de una administración que semeja paralizada. Y todo el mundo sabe que si en una organización paran o dejan de tirar los primeros responsables se paraliza toda la maquinaria empresarial, en este caso la maquinaria de la administración.

Esta parálisis o peculiar silencio de la administración lleva a otra reflexión como es la necesidad de acortar los plazos de los procesos electorales. No es normal que las elecciones se hayan celebrado el 21 de octubre y que el nuevo Parlamento no se constituya hasta el día 16 de noviembre -la Cámara lleva más de cien días inoperativa- y que después aún hayan de transcurrir varios días para la celebración del debate de investidura, el nombramiento y toma de posesión del nuevo Gobierno y de sus equipos de trabajo. Al final, nos darán las uvas cerrando el proceso electoral.

Pero los problemas de Galicia -del campo, del naval, del comercio, de las pymes, el drama del paro- están ahí, algunos como el paro rebrotan con fuerza y todos requieren que los responsables públicos trabajen sin parar en la búsqueda de soluciones. Que la administración esté parada cinco o seis meses es una eternidad que no se comprende y causa severos perjuicios al país.

ADMINISTRACIÓN PARALIZADA

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