ALGO SE MUERE EN EL ALMA

En 1857, A Coruña era la primera ciudad de Galicia con 27.000 habitantes y su población estaba aumentando a gran ritmo, circunstancia que determinó la necesidad de “abrir la muralla” para ensanchar la ciudad y dar acogida a una inmigración creciente e iniciar el despegue que demandaban sus nuevas funciones burocráticas como centro administrativo de la organización liberal y una floreciente industria, comercio y navegación.

En torno a ese año 1860 se acomete el gran proyecto de la Pescadería; se empieza a urbanizar la Plaza de María Pita y comienza el relleno sobre el mar del que nacerán la Avenida de la Marina, los Jardines de Méndez Núñez y el Puerto. Por entonces nacía el Banco de La Coruña, de su liquidación surgiría el Crédito Gallego y al amparo de este, en 1876 nacería la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña. Son pequeños retazos de A Coruña de mediados del XIX que estaba experimentando profundas transformaciones que la catapultaban hacia la modernidad.

Parafraseando la canción, algo se muere en el alma coruñesa cuando cierra un negocio familiar que, además, coincide con una crisis profunda del comercio

En aquel viejo burgo marinero recaló en 1860 Ramón Iglesias Sánchez atraído por el bullicio y dinamismo económico de la urbe para fundar la sastrería que llevaría su apellido, que iba a ser un referente en la confección de prendas de vestir. En ella trabajaron desde entonces cuatro generaciones de “artesanos” de la misma familia que supieron satisfacer las exigencias y los gustos más exquisitos de la burguesía urbana, del estamento militar, de la guardia municipal y otras gentes venidas del área de influencia de la ciudad. Así hasta el miércoles pasado, cuando el último Iglesias de la saga cerró la puerta del negocio. Con ese cierre se va “una manera de vivir y de trabajar”, una cultura de relación y hasta de complicidad con el cliente; se acaba una generación de artesanos que imprimían a los trajes y uniformes el valor añadido de un trabajo personalizado y creativo, que últimamente era poco valorado por esta sociedad en la que casi todo es virtual.

Parafraseando la canción, algo se muere en el alma coruñesa cuando cierra un negocio familiar que, además, coincide con una crisis profunda del comercio en A Coruña y en casi todas las ciudades. Una crisis que a su vez es el síntoma del declive de generalizado que se percibe en esta urbe que es poco relevante como ciudad de servicios, su función administrativa es escasa, carece de industria, perdió su poder financiero…

Nada que ver con el dinamismo y la prosperidad que florecían en La Coruña de mediados del XIX, que la propia sociedad coruñesa debería tratar de recuperar.

ALGO SE MUERE EN EL ALMA

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