Constituye un espectáculo lamentable y sorprendente observar la contumacia e impunidad con que el Parlamento catalán y la Generalidad de Cataluña vienen incumpliendo las resoluciones de los Tribunales y, en especial, las del Tribunal Constitucional.
Ante esa realidad, nadie duda que dicha conducta constituye un claro ejemplo de desobediencia y desafío al Estado y a sus instituciones.
No es exagerado afirmar que las instituciones de la Generalidad de Cataluña se burlan de lo que deciden los Tribunales del Estado español, del que pretenden separarse unilateralmente, siguiendo una hoja de ruta propia y aplicando la política de hechos consumados.
Esa política les permite seguir avanzando en el proceso soberanista y hacerlo impunemente, lo que refuerza sus intentos de desconexión de España.
La persistencia de las autoridades catalanas en proclamar su oposición a cumplir cualquier norma o decisión del Estado que se oponga a sus propósitos separatistas revela la “mofa” con que los políticos secesionistas catalanes se “burlan” de los poderes políticos y judiciales del Estado y, todo ello, agravado por el hecho de que el movimiento separatista es liderado por el propio Presidente de la Generalidad que, según la Constitución, es el máximo representante del Estado en la Comunidad Autónoma.
De continuar esta anómala situación, resultará inútil la advertencia o amenaza del Gobierno de que “se aplicará la ley, sólo la ley; pero toda la ley”.
Como es sabido, donde la ley no se cumple y las sentencias que obligan a cumplirla no se ejecutan, el Estado no existe.
Por eso, todos los ordenamientos jurídicos establecen como principal obligación de los Tribunales y poderes públicos, no sólo el cumplimiento de la ley, sino y, más importante, la obligación de hacerla cumplir.
Ya decía Cicerón que la libertad consiste en “ser esclavo de la ley” y la ley, la definieron los juristas romanos como “lo que el pueblo manda y constituye”.
Finalmente, no hay que olvidar que la debilidad del Estado es el principal aliado del separatismo, que aprovecha esa circunstancia para lograr sus fines y objetivos.