es a partir del uno de agosto cuando comienzan las vacaciones de la mayoría de los ciudadanos. Las mías también. Pero este año a diferencia de tantos otros, agosto puede que deje de ser ese mes en que nunca pasa nada.
Y es que en agosto el Parlamento suele cerrar sus puertas para que sus señorías también dispongan de unos días de vacaciones, aunque siempre está de “guardia” la Comisión Permanente. Lo mismo sucede con los Tribunales de Justicia.
En agosto el presidente y sus ministros también se escapan de Madrid y en general todas las instituciones ponen simbólicamente el cartel de cerrado por vacaciones.
Pero me temo que este agosto vamos a estar todos pendientes de lo que se le ocurra al Presidente Puigdemont de manera, que ni Mariano Rajoy y su Gobierno, ni el Parlamento, ni el Tribunal Constitucional, ni los principales dirigentes políticos van a poder descansar plenamente en agosto.
Tampoco los ciudadanos de a pie podremos sustraernos del problema catalán. De manera que este no será un agosto mas.
La realidad, por más que a algunos les escandalice la palabra, es que Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, y el resto del ejecutivo catalán, junto con la CUP, están preparando un “golpe” contra la legalidad, es decir un “golpe” contra el Estado democrático en el que vivimos.
Que el señor Puigdmeont alardee de que no piensa obedecer al Tribunal Constitucional no es que sea gravísimo es que está anunciando que se niega a aceptar la ley.
Lo cierto es que no hay día en que desde la Generalitat no se de un paso hacía la convocatoria del referéndum independentista y es evidente de que en esa carrera desenfrenada no van a pararse para veranear, es decir para las vacaciones de agosto.
La pregunta que se siguen haciendo los ciudadanos de a pie es qué se puede hacer. Y la respuesta sigue siendo la misma: aplicar la Ley. Ni más ni menos.
En democracia todos los ciudadanos estamos sometidos a las leyes de las que nos hemos dotado libremente. Si alguien quiebra las leyes la respuesta es desde la propia Ley.
En fin me temo, como ya he dicho, que este mes de agosto no va a ser como los demás, aunque ojalá me equivoque y aprovechando la pausa veraniega se busque la manera de que Puigdemont y los suyos den marcha atrás.
En cualquier caso: feliz agosto.