La noticia en el PP es que no hay noticias. Ni durante su congreso pasó nada que tuviera relevancia. Rajoy ha conseguido a la chita callando ir desplazando y jubilando a todos sus adversarios de dentro del partido. Ya no hay aznaristas y los que había, modelo Javier Arenas, hace tiempo que se han convertido en fervorosos marianistas. Así que, pese a los escándalos de corrupción, nada parece suceder dentro de las filas populares.
Ni siquiera la llegada de un grupo de jóvenes a la dirección ha cambiado el partido. Los Maíllos, Levy, Casado, etc, llevan meses interpretando los deseos de Rajoy a la perfección sin salirse del carril. Su fuerza dentro de filas populares es escasa y tampoco parece animarles el más mínimo signo de rebeldía. Están a lo que mande el jefe. Así pues Rajoy ha logrado un PP a su imagen y semejanza donde nadie parece cuestionar nada. Esta quietud va a favorecer al PP, porque ya se sabe que a los votantes no les gustan las peleas en los partios y suelen castigar a quienes no tienen paz interna.
La paz del PP lleva el sello de Rajoy y es un desafío intentar desentrañar su personalidad. Su cautela, su aversión a los medios, su impertubabilidad, ejercer de “gallego”, no mojarse y dejar que entre sus colaboradores haya cierto grado de enfrentamiento para que nadie se sienta seguro del todo, son algunas de sus características y que han hecho de él un superviviente exitoso a pesar de no tener cualidades de liderazgo.