Un líder artificial

Hay operaciones políticas cuya intencionalidad es tan evidente que casi resultan obscenas. La última que hemos conocido aspira a convertir en líder político a Errejón, un personaje que se ha hecho un nombre en los platós de la televisión. Quienes le han animado a subir al escenario han tomado la precaución de pasar de puntillas sobre sus pronunciamientos políticos de factura tardo comunista mezcladas con verbosidades chavistas. El Errejón que presentan es un joven del que se repite que contribuyó a la fundación de Podemos junto a su amigo Pablo Iglesias tras haberse doctorado y fogueado en algunos escraches en la Complutense. A Errejón le reciben con palmas determinados medios porque es un producto de márquetin diseñado para dividir al Podemos que no quiso pactar con el PSOE en los términos que pretendía Sánchez. Los mismos medios que jalean sin recato a Errejón concediéndole honores de portada hablando de Más País llegado el caso, si el experimento que promueven se salda en fracaso electoral, se olvidarán de él para siempre.

Algunas terminales mediáticas alientan la “operación” Errejón porque sí dicho experimento cuaja puede arrebatarle votos a Unidas Podemos. Una cuña de la misma madera de la que, por otra parte, se sabe que su programa económico y sus propuestas fiscales son las mismas de Podemos. También sabemos –por boca del propio Errejón– que en relación con la crisis catalana reduce el problema separatista a la necesidad de tender puentes. Puentes que en su decir “no se hacen con sentencias”. Toda una declaración de intenciones en puertas de que se conozcan las sentencias del Supremo a los políticos juzgados según la calificación del fiscal del caso por un intento de golpe de Estado institucional. Sorprende la insólita benevolencia con la que algunos medios tratan a un personaje que tras haber sido elegido diputado autonómico y asegurar que se iba a dedicar en cuerpo y alma a defender los intereses de los madrileños en la Asamblea regional, apenas tres meses después deja tirados a sus votantes para saltar al ruedo de la política nacional. Si esto es la proclamada “nueva política” quizá habría que concluir que no estaba tan mal la vieja, la que Iglesias y el propio Errejón cuando estaba en Podemos bautizaron como la “casta'.

Un líder artificial

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