La austeridad en la arquitectura pública

De unos años atrás y en el seno temporal de una profunda crisis económica se ha venido hablando de “austeridad” de la administración siempre en la vertiente de los servicios o prestaciones públicas pero parece ser que en el campo de la construcción es una preocupación que no se plantea a pesar de la magnitud de las cifras destinadas a infraestructura.
 Nos referimos aquí, única y exclusivamente, a los edificios ya sean destinados a la sanidad, oficinas, deportes, centros sociales... y un sinfín de inmuebles de titularidad pública que los profesionales o equipos de profesionales, en reiteradas ocasiones, diseñan de espaldas a las cuentas públicas. 
  Concebir una idea arquitectónica de partida sin límites de financiación lleva, en muchas ocasiones, a amontonar proyectos técnicos en los archivos oficiales bajo el sello de “inviable” y en otras ocasiones salen adelante pero bajo el juicio del ciudadano de “vaya despilfarro”. Se hace necesario que, en una primera fase de gestación, los responsables de la administración y profesionales hagan una inmersión plena en la “cultura de la austeridad” pues un edificio de destino público ha de ser por encima de todo funcional, sostenible y optimizado al máximo en sus costes de ejecución .En esto la iniciativa privada parece “mirar más por el euro” porque busca la rentabilidad en un contexto de recursos limitados y la administración el “yo” del político en el momento de la inauguración doblegando políticas responsables. “Barra libre” al diseño cuando no debe ser lo prioritario y si convencerse que austeridad y belleza arquitectónica son objetivos conciliables por el interés general.
 

La austeridad en la arquitectura pública

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