Feminismo con fronteras

Las dirigentes de un determinado partido político, Ciudadanos, fueron expulsadas de la manifestación del Día de la Mujer en Madrid entre abucheos, insultos y frases vejatorias de otras participantes en la marcha del domingo. Un comportamiento sectario que empañó la jornada y juega en contra de la unidad reclamada para la causa de la mujer.
Mal servicio hace a dicha causa ese feminismo excluyente que amadrina los eventos masivos supuestamente inspirados en las reivindicaciones de género y el hambre atrasada de igualdad con el prevalente hemisferio masculino.
Un feminismo escaso de empatía y sobrado de arrogancia, hasta el punto de dividirse por arriba. Me refiero a una infantil carrera de sacos de la ministra Montero (Podemos) con la vicepresidenta Calvo (PSOE) por ver cuál de las dos ramas de la izquierda feminista tiene más galones en el historial de lucha por los derechos de la mujer.
Así no hay quien se crea la vocación redentora ni hospitalaria del feminismo oficial. Sus dirigentes no parecen estar reivindicando la igualdad sino la supremacía. Asumen los valores machistas y practican el ordeno y mando, como si fueran capataces del amo en la fiesta del 8 de marzo.
¿Todas ellas? No. Solo las que sobreactúan coreando consignas estúpidas y contrarias a la justa causa de la mujer. El perjuicio se lo hacen precisamente a la causa porque la empequeñecen si acosan a otras mujeres por el simple hecho de militar en partidos conservadores. O si usan de la violencia verbal, típicamente machista, para descalificar a quienes no encajan en su discurso expropiatorio.
Solo en el activismo de los independentistas catalanes he visto algo semejante. Una tendencia tan insana, y tan antidemocrática, a confiscar el pensamiento ajeno. Como si fuera obligatorio el alineamiento de una feminista en partidos de la izquierda. So pena de ser estigmatizada y quedarse sin credenciales en la defensa de los derechos de la mujer. Pero ¿esto no iba de igualdad y de transversalidad?
“Feminismo sin fronteras”, decía una de las pancartas, en justa y necesaria referencia a la universalidad de valores atropellados en países donde sistemáticamente se menosprecia, se humilla y se asesina, a las mujeres. Pero hay feministas que no predican con el ejemplo si, ya desde el nicho fundacional del movimiento feminista, se colocan fronteras políticas que distraen de ese y otros justos gritos globales, atentando contra la necesaria unidad del movimiento, o se pierden en lemas idiotas.
Véase ese “con ropa o sin ropa, mi cuerpo no se toca”, como si fuera el cuerpo místico de la Iglesia que decían los manuales de nuestra infancia.  

Feminismo con fronteras

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