El nuevo traje

Me gusta el nuevo traje conque se ha vestido nuestro periódico al cumplir cien años. Renovarse o morir. Aunque la mono lo seguirá siendo pese al dictado de la moda. Pero los artistas de aguja y tijera-aquí cuerpo de dirección, redactores, fotografía, infografía y manipulado-saben perfectamente que la elegancia no está en el traje, sino en la persona que lo lleva. El futuro nace todos los días. Aun cuando sigamos siendo respetuosos con nuestro ideario fundacional adoptado a los tiempos actuales. Y el impecable corte del nuevo modelo lo confirma. Líneas sencillas. Inspiradas. Un tanto funcional, ecléctico, revelador. Con paladas de buen gusto. Para la mañana o la tarde. Cualquier hora del día es buena para echar un vistazo a nuestras páginas. Si quieren la gorguera de cabezas de caballeros españoles pintados por El Greco en su entierro del conde de Orgaz. 
Desfilamos por la pasarela coruñesa con esta imagen y aspecto. Lo que un cursi paleto esteticista denominaría look. Árbitro de elegancia como el romano Petronio del ¿Quo vadis? Que se ha ido propagando en paralelo desde Grecia y enlaza todos los mitos de la belleza: dioses, personajes, criaturas de ficción, narcisos a pie de calle contemplándose en un charco-no te metas en todos, deja alguno para los amigos-en un día lluvioso cuando el asfalto brocea la urbe…
Líneas, empaque, colores, fotografías, titulares, cabecera que sostiene la Torre de Hércules con el anagrama de un siglo bajo el brazo. Transparencia. Luz. Claridad tipográfica golpeando la acera. Un espejo para leer y escudriñar opiniones confrontadas y libres. También un jardín estético y ético donde iluminarse o escuchar música de arpa que nos conduce al Paraíso. No dar puntada sin hilo. Empatía que permita absorber intimidades de los lectores y devolvérselas grapadas con el mejor espíritu de servicio.  
 

El nuevo traje

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