Transparencia es solo una palabra

No hay cosa que más guste a un político que viajar a cuenta del erario público. Igualmente, no hay cosa que menos le guste que tener que dar cuenta del dinero que supone su fiebre descubridora. Lo curioso es que esos que tanto presumían de transparencia, al final, son los más reacios a dar cuenta de sus facturas. Seguimos sin saber lo que se gasta Sánchez en el Falcon y, por supuesto, tampoco tenemos ni idea de lo que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, se funde en sus viajes (más o menos oficiales). Lo último que conocemos es de hace un año, cuando dos días en Nueva York salieron por casi seis mil euros. Y desde ahí, nada. FOTO: Ada Colau, subiendo a un barco | aec

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