Los lideres de los partidos políticos, ojo, los líderes de verdad, esos que salen en las fotos de los carteles, no los de provincias, andan todos los días intentando secar los charcos en los que los meten, una y otra vez, sus mandos periféricos. Que a Suárez Illana se le va un poco la cabeza y asegura que en Nueva York se puede abortar después de que haya nacido el bebé, pues ahí está Casado para hablar de confusión y, tras correctivo procedente de Génova, el lenguaraz candidato intenta hacer borrón y cuenta nueva, aunque no le salga del todo. Pero este no es el único ejemplo de lo mal que llevan los de fuera de Madrid esto de la campaña. Que se lo pregunten a Sánchez, meses intentando desprenderse del sambenito de que negoció con los separatistas/golpistas catalanes y va Iceta, su hombre en Barcelona, y se carga en un santiamén tanto esfuerzo de blanqueo. Lo del bailarín candidato fue pedir calma a los independentistas. En concreto diez años. Ese es el tiempo que Iceta cree que soportarán los españoles la matraca secesionista. Y tras ese tiempo, el referéndum ya sería factible. Y Sánchez, al borde del colapso.