Los ochenta están de moda. En esta espiral cíclica en la que se han convertido las tendencias, una y otra vez se va cayendo en lugares comunes y, de nuevo volvemos a aquella década tan loca y tan creativa en lo cultural, pero tan negativa en otros, como en el consumo de drogas. Del mismo modo que se vuelve a hablar de la Movida, los barrios de las ciudades están viendo un asombroso repunte de la heroína. De nuevo se ve a jóvenes caminando como zombies y en los jardines aparecen de nuevo las temidas jeringuillas. Dicen los expertos que todo es por culpa del bajo precio que ahora tiene el “caballo”, que se ha convertido en la nueva droga de los pobres. La situación comienza a ser muy alarmante.