Con el cierre de la hostelería se creó un problema de primera magnitud en la sociedad en general que los políticos no han sabido solucionar y es el defecto por ausencia de urinarios públicos, cuando acontece una emergencia como la que nos toca vivir y con más del 65% de la población con problemas de vejiga, debido a los diversos tratamientos que se tienen y que conviene combatirlos. Todo ello sin la debida solución por falta de rigor en las medidas que se toman, faltando los servicios más perentorios de la sociedad.
La hostelería ofrece en sus servicios comunes y diversos, tres garantías a sus clientes, como son, la económica, con una variedad de productos en sus cartas a elección del consumidor, una labor social en su cometido de lectura de prensa y de servicio de últimas tecnologías para que su cliente esté siempre comunicado con la red en general y por último. Un servicio higiénico sanitario, a todas las personas que pasan por local y hacen uso de sus sanitarios. Algo que con su cierre ha dejado a la sociedad desvalida de poder acceder a ningún urinario público, porque no los hay en la cantidad necesaria para la población y los pocos están mal cuidados y desperdigados en un pequeño espacio que no son propios del tiempo en que estamos. Es preciso hacer muchos cambios en este sentido.
Los ciudadanos se quejan de la falta de urinarios públicos y que por ello sus paseos tienen que ser más cortos y en un radio en que puedan localizar un urinario seguro, sino apenas pueden moverse de las inmediaciones de sus domicilios. El cierre de hostelería, destapó una carencia que tenía la sociedad en general, se sabía del problema, pero no se abordó nunca, porque la solución quedaba en manos de la hostelería y esto ha fallado en este peor instante en que la sociedad puede salir a tomar el fresco, puede solicitar viandas para llevar, puede tomar café al aire libre y su bollería, pero no puede hacer uso de los aseos de la hostelería, para solucionar un grave problema de la sociedad por falta de previsión en este asunto.
La ciudad coruñesa, apenas cuenta con urinarios públicos, los más concurridos, suelen ser los situados en Méndez Núñez, Mercado da Guarda y si se va lejos el Jardín de San Carlos. Hasta las bibliotecas los tienen cerrados y poco más hay donde ir en caso de una emergencia de vejiga por la falta de servicios públicos. Hay alguno desparramado por la ciudad como una seta en un jardín, pero no son suficientes para dar abasto a las necesidades de la población.
Este problema no se vio con la primera ola del virus, cerró hostelería y se confinó la población, pero ahora salta a la luz, porque se cierra hostelería, hay más gente circulando por la calle y no hay en dónde hacer uso de un urinario, salvo los enunciados y que aquellos que pasen a ese instante puedan dar solución a su problema, pero no es la solución general del problema en sí. De modo que habrá que solucionar este peliagudo asunto para que la ciudad tenga más urinarios y puedan sus ciudadanos hacer usos de los mismos a falta de la castigada hostelería, que siempre ha estado cerca del cliente y lo estará cuando esta pesadilla se termine por el bien de todos.