ANA Pontón, el rostro humano del Beneguai, se está esvaecendo. Poco queda de la esperanza blanca en que se había convertido durante la campaña de las autonómicas; el sector vintage de la UPG –ella es upegalla, pero é noviña– está devorándola y la voceira nacional ya habla de la casa común del nacionalismo de la nazón de Breogán, una expresión que los coroneles empleaban cuando aún eran alféreces y gritaban “Galiza ceibe, poder popular”, o sea, allá por los tiempo del big bang.